miércoles, 26 de marzo de 2014

Una de títeres

¡Qué bonito es ir al teatro con los peques! Si desde pequeños podemos empezar a relacionarlos con el mundo de la cultura seguro que cuando sean adultos saben apreciar y valorar otras muchas cosas. Por eso siempre que podemos intentamos hacer talleres, visitar museos, asistir al teatro... y la mayoría de las veces por muy poco dinero... ¡y disfrutando un montón!
El domingo visitamos por primera vez una pequeña sala a la que volveremos muchas veces, en pleno barrio de Lavapiés, "Centro cultural de la puerta estrecha". Cuando entras pareces trasladarte a otro mundo, los niños no se agolpan en la puerta para entrar, chillando y corriendo... todo lo contrario, la sala en la que esperas es una especie de casa  apenas iluminada, pero con mucho acierto, con su salón y la cocina, sillones, y grandes mesas de madera con plantillas para colorear y lápices de colores, cuentos encima de las mesas, en las estanterías, en baúles... Así que la espera se hace amena y todos se contagian de la tranquilidad.





A las 5 de la tarde ya estábamos preparados en una pequeña sala para ver "Los tres cerditos", esta vez una representación de títeres. El actor era buenísimo, logró enganchar a los niños desde el primer momento. Hizo una versión diferente, con algunos cambios, pero muy bonita. 



¿Sabéis por qué el pobre lobo era tan malo? Porque nunca le habían abrazado, ni le habían dado besos, ni le habían dicho todo lo que le querían... Pero una vez que los peques le demostraron que era alguien importante y que ellos estaban dispuestos a besarlo... ¡todo se transformó! Porque el cariño es mágico y todo lo puede, lección que algunos adultos deberían aprender.




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