Desde el comienzo estuvieron emocionadas y espectantes. Una sala pequeñita con muchas familias deseando probar un poquito de luna. El actor engancha desde el principio y los niños entran enseguida en la dinámica, pues es una obra participativa y divertida... incluso la sala llega a convertirse en un mar por el que tocar peces y cangrejos. Todos los niños pueden salir a participar, ¡incluso los más pequeñitos!
Sin duda alguna ¡repetiremos! Pues nos queda por descubrir qué les sucede a los cabritillos con el lobo, y a Pedro, y la historia de Babar... ¡Hay tantas posibilidades de fomentar la lectura en los peques!
Lo mejor de ese día: la felicidad con la que salieron y ese "gracias mami, ha sido muy chuli", que acaricia el alma y reconforta.
¡Hasta la próxima!